sábado, 19 de mayo de 2012

A mí tampoco me gustan los hombres malos II

(Este post, como el anterior, no tiene que ver con las personas malas. Se llama hombres malos porque hablo de ellos, y no de otra cosa, que existe, pero no es el lugar, ni el momento)

Veo anotado en mi agenda: escribir sobre los hombres malos… Malo, en el buen sentido de la palabra malo. Vamos...

A partir de ahora, entenderemos "hombres malos" como hombres tóxicos, nocivos para la salud de las mujeres. De algunas mujeres. De aquellas mujeres que, no es casualidad, son la horma de su zapato. No es una maldad en el sentido estricto del término, sino en el sentido de dañosos, que lo dice el DRAE y también lo han escrito ellos. Fundamentalmente tóxicos para las mujeres que se quedan cerca, tampoco hacen gran cosa por mejorar o no empeorar el mundo, ni su alrededor más o menos cercano. Adictos al éxito laboral, al alcohol, el tabaco, el juego o el sexo, no tienen ningún interés (quizá nieguen con más esfuerzo del que les costaría curarse que tienen un problema) en cambiar eso que tanto daño les hace. No aceptan su sombra y cualquier actividad externa les ayuda a aislarse de la realidad. Ellas, en cambio, hacen lo mismo pero intentando salvarles a ellos de su dolor.

Por motivos que se remontan a la infancia, los hombres malos son distantes, no soportan la verdadera intimidad, ni la expresión abierta de sentimientos y emociones; son hombres que, por diversos motivos, no están disponibles. Ausentes y a la vez posesivos, suplen con cinismo y prepotencia una evidente falta de autoestima y amor. Ni saben, ni quieren aprender. Ni comparten, ni quieren compartir. No se quedan, pero tampoco quieren que te vayas. Y, si finalmente no les queda más remedio que dejarte ir porque lo tienes claro, el resentimiento les acompañará el resto de sus días y no perderán ocasión de recordarte lo mal que lo hiciste todo… 

Por motivos que también se remontan a la infancia, al mismo tiempo que existe esta casta de hombres, de alguna manera perversa, la mayoría de nuestras antepasadas de hace mil, y otro montón de mujeres capaces, hermosas, económicamente independientes y de gran valía personal, sienten una enfermiza atracción hacia ellos en medio de un mundo que cree que ha liberado a las mujeres de sus cadenas, de una sociedad que se cree avanzada mientras sigue pagando culebrones, dejándose engañar por la publicidad de la eterna juventud, la negación de la muerte y escuchando canciones de amores sangrantes y dolorosos, como si el amor doliera. Algunas de ellas, "aman" tanto y con tal intensidad, que emplean su vida en salvar la de él y pueden llegar incluso a terminar en el cementerio ante el estupor y las caras de sorpresa de familiares y vecindario.

El hecho de que estos hombres sigan existiendo en un mundo aparentemente avanzado es que existe la horma de su zapato: mujeres inseguras, "serviciales", manipuladoras a través del victimismo, necesitadas y controladoras. Mujeres que les aman tanto, que saben tan bien qué es bueno para ellos, que se creen capaces de convertirlos en mejores solo con la fuerza de su "amor".  Mujeres que se excitan con los hombres chocolate, adictivos y "encantadores". Mujeres que no han descubierto (todavía) que el brócoli ecológico, con un buen aliño, que pueden ser la vulnerabilidad y la verdadera intimidad, es mejor plato que el mejor de los chocolates… amargos.

… Entonces me quedé sola. Y nunca antes había estado sola conmigo misma. Estaba aterrada… 
Más tarde, aprendí a dejar de sentir pena por mí misma y a agradecer las cosas que sí tenía. (Las mujeres que aman demasiado. Robin Norwood)




Fuentes de donde bebí y lecturas recomendadas:
- Las mujeres que aman demasiado. Robin Norwood.
- De la codependencia a la libertad. Krisnanhanda.
- Libérate de la codependencia. Melodie Beattie.
- Confusa, pero he vivido. @NoLolaMento. Pronto en sus kioscos.
- Datos recabados en tutorías, conversaciones de pasillo, oído al pasar, amigas que llaman por teléfono, escucha activa en lugares que nunca podrías imaginar.
- La OMS sabe de qué va, pero si la gente se cura, el cortinglés se arruina.

Las fotos, de cajón, de la serie Mad men, una muestra antológica de cada papelón que describimos.

3 comentarios:

  1. No existe fuerza ni amor que cambie al que no quiere cambiar, a quien está bien como está, o mal. No existen sacrificio o lágrimas que convenzan de que el amor lo cura todo... quizá porque esa es otra que hay que desaprender.
    Desapegarse cuesta lo que no está escrito, sobre todo cuando no conoces mucho más, pero es mejor pasarlo mal conociéndose a una misma que dejar que te quiten la vida a sorbos.

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  2. Esa es la cuestión, ¿quién soy yo para querer, o ni siquiera intentar cambiar a nadie?
    Si no acepto a un hombre TAL Y COMO ES, ¿le estoy amando?
    Poner la atención o el centro del problema en él y sus defectos, en él y lo que necesita mi ayuda para mejorar, me aleja de mí misma...
    Tal vez yo necesite centrarme en mí y no en lo que haya fuera. El amor lo veo yo más como aceptación de lo que es el otro que como fuerza demoledora que convierte al otro en alguien mejor.
    Abandonar, soltar, dejar de ser la estupenda que sabe lo que le conviene a los demás, me ayuda a ser mucho más feliz, más honesta conmigo misma y a tener una vida con sentido.
    Y encima, llegan premios extra que no esperaba.
    No es fácil, nada fácil, pero se puede. Y la sensación de paz que se experimenta cuando ya no se necesita ayudar a cambiar al otro, es una delicia ;))

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  3. Está claro que es un error variar el curso natural de los ríos. Un estado impuesto de paz, siempre termina removido por sus propias aguas. ¡Y así nos va!
    Menos mal que está aquí Lola pa verbalizar lo que otras sentimos.
    Besos a todas. :-)

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