lunes, 12 de marzo de 2012

Sobre el tiempo, el miedo y el amor, para variar

Llevo unos... ¿años?... dándole vueltas a esto de ser mujer, ser feliz, ser madre, ser profesional, ser compañera... Cuántos papeles tenemos en la vida, cuántas facetas diferentes... Tal vez la progenie ha crecido suficiente, te necesita pero de esa otra forma menos presencial y más consultiva "estáte ahí para cuando yo crea que te necesito", que permite el desarrollo autónomo... y, por fin ha llegado ese momento (¿descrito en la bibliografía?) en el que puedes levantar la vista hacia el mundo exteriro, porque tienes sitio en el cerebro y fuerza en el corazón (entiéndase la metáfora, que una sigue siendo de ciencias) para mirar hacia atrás y hacia delante, obtener una visión panorámica de lo que ha sido tu vida, y atreverte a desear lo que quieres que sea en el futuro...

Ayer vi esta película, Never again (2001), una historia intensa y reveladora sobre la edad madura, el amor, las expectativas y la felicidad. Pero para mí ha sido, sobre todo, una radiografía del tiempo y del miedo.


Los protagonistas de la película tienen 54 años, su motto es "Nunca más me enamoraré",  y su visión de sus propias vidas es que seguirán como han estado los últimos 20, tratando al otro sexo como accidental compañero de revolcones que, total, para el tiempo que me queda... De alguna forma reconocí ese sentimiento, el vértigo de la cuesta abajo (un sentimiento recién estrenado para mí) que hace ver el tiempo comprimido, como las trayectorias en el GPS, que se encogen convenientemente para que siempre quepan en una sola pantalla tu posición y tu destino. Y sin embargo, veía a estas personas conectar, revivir, disfrutar de cada día, días de 24 horas, como siempre, días de los de toda la vida... y nosotras, soberbias, nos permitimos pensar que lo que vale es lo que hemos hecho hasta ahora, y que lo por venir no tiene tanto que ofrecernos... Si cada día es igual al anterior, y copia idéntica del de antes... claro que pierden los días su valor, pero no podemos permitirnos ese lujo, no podemos dejar que se nos escapen días y más días entre los dedos sin vivirlos con pasión, con amor, con fruición... sin prudencia, por favor, que no hay tanto que perder más que la propia vida si no la vivimos, pero también con serenidad, que no todo lo que nos da la edad es pernicioso o va contra nuestra propia felicidad: serenidad para saber disfrutar de cada momento, que ya sabemos que es único e irrepetible... Así que el tiempo se estira y se encoge, pero tenemos las mismas 24 horas al día para ser protagonistas y guionistas y directores de nuestra propia vida, aunque los escenarios no estén todos en nuestras manos. Y si sé eso, ¿qué excusa tengo para seguir desperdiciando lo único que de verdad es mío: mi capacidad de vivir mi vida?

¿Y el miedo? Ah, el miedo es el que nos arrebata nuestra vida, nos pone en manos de hipotéticos sucesos que nos secuestran de vivir lo que tenemos. El miedo de amar, o de ser unilateralmente desamada, el miedo a la ira de quienes no nos comprenden, el miedo a decepcionar y a decepcionarse, el miedo a depender que es el miedo a no pertenecerse - ¿y quién podría quitarnos las riendas de nuestra vida? Nadie, si no las hemos soltado antes, o incluso entregado, sin el mínimo amor por nosotras mismas... 

El miedo a vivir es un miedo al pasado, a no saber crecer de lo que nos dolió, a no haber aprendido de lo que supimos en su día, y un miedo al futuro, a no saber hacer y deshacer nuestros amores, nuestros errores, nuestros sueños. El miedo nos deja llevar la cuenta de los días sin atrevernos a sentir cómo nos deslizamos por ellos sin vivirlos. El miedo a no ser comprendidas nos obliga a mentir a quien queremos y a quien no queremos El miedo nos mata en vida. Y a veces, nos trae la muerte de verdad... El miedo, finalmente, soy yo misma, que no me atrevo a mirarme a la cara y descubrir quién soy (como si no me conociera de toda la vida...)

No puedo decir cómo se vence al miedo, pero puedo contar lo que he visto en la película: tenemos miedo al dolor intenso, y por eso, nos negamos el placer de amar a rabo libre. Nos permitimos amar un poco, como si eso fuera posible,  como si no dolieran las medias tintas, y lo que hacemos en realidad es salir corriendo cuando reconocemos el patrón. Confundimos las ideas, y nos contamos que el amor nos hace vulnerables, cuando lo que realmente nos debilita es el miedo al amor. Nos convierte en seres mezquinos, niños grandes buscando refugio, cuando no podemos huir de nuestro miedo, que vendrá a esconderse con nosotros, asustado... Y cuando por fin, en un arranque de inspiración, osadía, adrenalina, dejamos atrás el miedo por un momento, y nos decidimos a tratar con amor y con respeto a las personas queridas, entonces, como por arte de magia, todo cambia de color, nos vemos con otros ojos, con una nueva mirada, y da igual cuál sea la respuesta - pero me atrevería a decir que no será peor que otras anteriores. Es irrelevante, porque lo que importa es que habremos empezado a querernos y respetarnos a nosotras mismas, por ser capaces de tomarle la delantera al miedo, y exponer nuestras vidas, dejando en bolas a nuestros sentimientos, haciendo que nuestra vulnerabilidad sea parte de lo que somos, sin más drama del necesario. Solo un "Te quiero" que, de momento, es para toda la vida. 

PD.- La película es muy divertida, pese a toda su intensidad, realmente entrañable. La recomiendo sin ninguna duda (aunque sobre el sexo a los 50 y tantos sí que albergo, todavía, muchas dudas).

23 comentarios:

  1. Me dejas sin palabras, pero con muchos sentimientos. El mismo miedo que durante años me machacó ahora ya no me pertenece. Hay otros, evidentemente, pero nunca miedo a ser yo misma o a disfrutar de lo que quiero y los que quiero.
    Preciosa entrada, qué más te puedo decir... que eres grande!!! Muaaaa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Somos del mismo calibre, mahomenoh, pero tú un punto más arrojada ;) Besos mil.

      Eliminar
  2. El miedo no me dejó ver en el pasado. Gracias por recordarme que el miedo no puede mandar en la vida.
    No encuentro la película y me muero por verla.
    ¿Dudas sobre el sexo a los 50 y tantos??? Me lo explique usted.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo creo que te gustará.

      Y sí, dudas, porque no sé cómo será... pero de esto ya hablaremos en Madrid, ¿no? Besos, valiente.

      Eliminar
  3. Me ha encantado tu post, @faraona, me he identificado totalmente con tu relato y me encantaría ver Never Again, a ver si lo consigo. Siempre he tenido que emplearme a fondo para vencer mis miedos de todo tipo, aunque ahora, cuando ya he entrado en la década de la protagonista, todo es más sosegado e incluso el miedo desaparece, aunque sólo a veces ;-) Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi me faltan unos poquitos años para cambiar de década. Y me parece decisivo llegar a los 50 sabiendo lo que quieres (aunque en otros momentos también lo haya sabido). Por eso hablo de tiempo, de miedo y de amor. Porque todo va pareciendo diferente cada año que pasa... Un abrazo para tí también.

      Eliminar
  4. "Cuando celebraba los placeres pasados me preguntaba: ¿confundo a veces el sexo con el aerobic?" Yo creo (o espero) que se confundirá más bien, con una siesta plácida y sudada, con merendar chocolate con churros y ponerse hasta las codos, o pasear por la playa de noche, con los pies descalzos y un poquito de miedo a la oscuridad. Eso sí, siempre acompañada por una persona que sude a tu lado, también fuera de la siesta, que chupe el chocolate que se escurre entre tus dedos, o te abrace en el paseo y te señale las estrellas. No todo va a ser soñar...

    Recibido. Cambio y corto.

    ResponderEliminar
  5. A mis cincuenta y tantossss me siento más llena de vida y entusiasmo que en otras épocas de mi vida. Creo que se va tomando consciencia de que ya, aún si tienes la suerte de llegar a longeva, ya has vivido más de las dos terceras parte de tu vida y eso te da fuerza para subirte a todos los carros. La vida es un puro acomodarse: a las edades, a las circunstancias, a los sitios, a las personas... Acomodarse en el sentido de amoldarse, de ir haciendo los ajustes necesarios para que prevalezca la armonía. No es fácil, no; pero eso es lo que yo intento. Y... la cara dura que vas echando con la edad, el ponerte cada vez más el mundo por montera, el ser más tu misma, el saber lo que quieres... eso no tiene precio.
    Los miedos, ay, los miedos. Con la edad me he deshecho de algunos pero otros siguen anclados y ya no lucho para que desaparezcan porque sé que es una batalla pérdida, lo que sí intento es reconocerlos cuando aparecen para tenerlos controlados y que no atenacen mi vida.
    Siempre he tenido 'mis' amigas, al margen de los amigos y amigas comunes, pero es de unos años a esta parte cuando he sido consciente de lo importantes que han sido y son para mi equilibrio emocional.
    Ufff, que me enrollo... ya hablaremos en Madrid más largo y tendido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Miedo, tengo miedo... Miedo, de quererte... Miedo, tengo miedo... Miedo... de perderte.

      Pues sí, el miedo a perder paraliza demasiadas cosas. Y hete aquí que, cuando te das cuenta de que perder es lo mismo que ganar, un puro cuento, te relajas y... ¡gozas! ¿Acaso puedes ganar algo sin perder otra cosa?

      ¿La edad? ¿La de quién? ¿Son los mismos 20 para todas? Yo no lo creo. Con 20 años era yo lo más infeliz que se paseaba por el mundo. Y ahora, pues todo lo contrario, con mis perejiles incluidos. Las peonás tienen que servir para algo y yo he echado las suficientes como para que me pagaran veintiesiete veces el PER (¿Sigue habiendo PER?)

      Miedo, también, al juicio ajeno. De un pueblo entero o de un hijo. O de los amigos. O el peor, el tuyo propio. Miedo a no ser adecuada. Porque, sobre todo nosotras, tenemos que pasar continuamente un test para el ISO9474375743 que suelen evaluar una pandilla de inútiles enfermos (la gente sana no juzga ni condena a los demás) que deciden si somos o no adecuadas en cada papel de esos miles que, decías, nos toca interpretar. Pero yo no soy ninguno de esos papeles, ni la maestra guay, ni la gurusa, ni la madre satisfecha o la perdidamente enamorada; yo soy eso y mucho más que eso, como el resto de las personas del mundo mundial.

      Yo quisiera ser capaz de transmitir a mis hijos, a mi alumnado, la certeza de que el amor no duele, que lo que duele es no amar. Y que si finalmente no sale como esperabas, tampoco te quedará el agujero del no haberlo intentado. Que la única forma de perder el miedo a vivir es viviendo. Un día a la vez, o quizá, un minuto. Pero no rendirse a la comodidad del "que no me pase nada, que me quede como estoy", porque eso es... ¿triste?

      María, te quiero (a ti también ;P) y, de momento, es para toda la vida.

      Eliminar
    2. Triste no, ¡lo siguiente! Después de escribir todas estas sesudas y sentidas reflexiones... es imposible seguir viviendo de la misma manera.

      Cada día desde que empezó este blog lo sé, lo experimento, y tengo que darte las gracias. A todas, en realidad, pero a ti, en particular por dar el primer paso (en este blog, y en tantas cosas...)

      Pues disfruta de tus amores ;D

      Eliminar
  6. Tus reflexiones me traen a la memoria un bellísimo poema de Konstantinos Kaváfis que seguro todas conocéis: "Viaje a Ítaca"(http://bit.ly/7IGYoX)

    Es un canto a la vida, a saber disfrutar de cada momento, sin prisas por llegar a ningún sitio.

    Libre de miedos y prejuicios que no ayudan a nada.

    Porque lo importante en esta vida es DISFRUTAR DEL CAMINO;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por traerlo a colación, Piluca. Me parece la mar de apropiado. Y hay tantas formas de viajar... ;D

      Eliminar
  7. ¿Quedo yo? Si. Como por arte de magia,(de mezclar las teclas diría yo) se me ha borrado el tocho que tenía preparado. Lo siento. No lo voy a repetir. No tengo el valor de repetir otra vez la historia de mi miedo. Otra vez será. Pero le tengo dominado. O casi.
    Gracias Chicas. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre nos quedará Madrid :)))

      Da mucha rabia, y yo ya no dejo comentario largo sin copipastear antes de darle al enviar. La experiencia es la madre del cordero XD

      Eliminar
  8. Gracias, Piluca, por traerlo a colación. Es un poema que me encanta, que deberíamos leerlo cada mañana al levantarnos y que me produce un suave escalofrío cuando lo leo.

    Es muy hermosos entero pero copipego aquí una parte:

    Debes rogar que el viaje sea largo,
    que sean muchos los días de verano;
    que te vean arribar con gozo, alegremente,
    a puertos que tú antes ignorabas.

    Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
    y comprar unas bellas mercancías:
    madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
    y perfumes placenteros de mil clases.

    Acude a muchas ciudades del Egipto
    para aprender, y aprender de quienes saben.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un poema precioso, que conocí gracias a Lluis Llach y a una tía mía que tenía el disco, hace 30 años por lo menos... Lo canta maravillosamente en su obra Viatge a Itaca, y que me pone los pelos de punta. Os pongo los enlaces a las dos partes:

      http://youtu.be/hNVJpIRt_JQ y http://youtu.be/_XjMZgPc-Xk

      Eliminar
  9. Me encanta leeros y por eso tengo que seguir la cadena de comentarios.
    Cada una de vosotras dice lo que el padre de uno de mis alumnos llama frases de mármol, de esas que pesan, que brillan sin necesidad de pulirlas y que son fuertes y claras.
    Hoy me han dicho que dijeron que tengo poca cabeza, que me apunto a todo sin pensar.
    Y es casi verdad, por fin, a mis cincuenta y tantos, me dejo llevar por lo que quiero hacer y con quien quiero estar y me apunto a todo lo que sale (y me apetece).
    Vosotras, al estar ahí, diciendo lo que decís, me recordáis que hago bien.
    ¡¡Lo de junio va a ser realmente catastrófico!!

    ResponderEliminar
  10. El miedo, los miedos siempre acechando ¿Qué paa cuando se tiene miedo hasta de no tenerlo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese es un momento interesante, cuando te asustas a ti misma con tus "osadías", normalmente de pensamiento o por omisión ;o)

      Eliminar
  11. Uf!!!!!!!!! un viernes por la noche, creo que me repito si digo agotada y leyendo esto.
    Ufffffff!
    ufff!
    Uf!
    Nací y la vida me regaló toda una historia de miedos que he ido matando por el camino, fue duro hasta que decidí convertirme en asesina y después continuó siendo duro, cada vez lo es menos porque quedan menos y más fáciles de matar, pero de todos modos no se si llegaré a morir sin que quede alguno vivo, ¡con eso sueño cada noche!!!!!!!
    Soy muy llorona y he perdido el miedo a confesarlo y esta noche, chicas, me habéis proporcionado la excusa perfecta para un llanto terapeútico ¡gracias!
    hace unas semanas cayó en mis manos un libro de poemas que me encantó "la mujer precipicio" de La princesa Inca (Cristina Martín) y del que me apetece compartir un poema:

    MIS MARIPOSAS
    Desde el cuerpo hasta la boca yo sueño mis mariposas,
    duermen conmigo, silenciosas hijas mías.
    No las obligo a nada mas que a llorar si llora su madre...
    yo, giganta blanca de agua, víspera del desorden, yo, la Muda
    modificación permanente de lo que existe.
    Yo, grandísima mariposa extraña.

    Y por último, la gran Chabela Vargas, Hacia la vida:
    http://www.youtube.com/watch?v=5sFKtiNf5hI&feature=related

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encanta la imagen de las mariposas como los propios sueños que echan a volar para cumplirse; para mí es lo que simbolizan, son el recuerdo permanente de que aún tengo sueños sin cumplir, y verlas volar es como si fuera yo misma quien vuela en pos de esos sueños... Será que a las mariposas ni el miedo les corta el vuelo.

      Eliminar
  12. Bueno se me olvido dejaros otro regalo, los pensamientos de mi hija sobre los miedos http://elblogquemimadrequierequeescriba.blogspot.com.es/2012/01/los-dias-tristes.html

    ResponderEliminar

Sin tus comentarios no somos nada (o sí)