jueves, 29 de septiembre de 2011

Cita a ciegas

Ser maestra en un pueblo no muy grande, donde además vives, hace que una cita a ciegas en una ciudad anónima se presente como un buen plan.
La cita era realmente a ciegas, tan a ciegas como una está cuando la casa, la escuela, los hijos y esas minucias que todas conocemos hacen que la conciencia de la realidad se diluya entre cotidianeidades.
Fin de semana en Oviedo, visitando a mi hijo estudiante, completado con una cita el sábado por la noche. Reconoced que no pintaba nada mal.
Para empezar planchas en el pelo, raya en el ojo, carmín en los labios, eso sí, muy discreto, y una falda corta con medias negras, (la ventaja de las medias negras es que puedes mostrar piernas sin que se note la celulitis).
Gascona es una buena zona para empezar la noche y la sidra se bebe sola. La conversación, superficial pero divertida, los piropos corren ligeros en consonancia con el escanciado.
La cena, con la neblina de las sidras previas, resulta casi perfecta, aunque los chipirones no sean frescos, (que una está ya con un punto pero es de puerto de mar y eso se nota).
Y después de cenar…¡¡¡baile!!! ¡Ay dios mío! ¡Con lo que a mí me gusta bailar!
Un par de chupitos y varios bailes después, creyendo que las cosas hay que terminarlas cuando todavía gustan, me preparo a permitir al gentil hombre que me acompañó en la velada a que me lleve a casa.
Sin embargo, con la poca lucidez que me queda, percibo que no es ese el mensaje que él me manda. De repente se acerca mucho y no parece que sea para despedirse… porque me está hablando de... y a mí no me apetece. ¡Creo que hay algo en lo que no vamos a estar de acuerdo!
No conozco Oviedo y son las cuatro de la mañana. No voy a llamar a mi hijo…¡eso lo último!
No me preguntéis cómo pero después de caminar y caminar,( menos mal que no uso tacones), en medio de una espesa niebla, veo la estación de Renfe y eso es ya territorio conocido.
-          ¿Qué tal anoche, mamá?
-        Genial, cariño. Lo pasé muy bien.
-          ¿Qué hiciste?
-           Ya sabes, tertulia de adultos…

3 comentarios:

  1. ¿Cómo hacer que entiendan que una cita no tiene por qué acabar siempre en lo mismo? O que no siempre se sale para... qué poca gracia tienen algunos muchos.

    ResponderEliminar
  2. Hasta ahora pensaba que el sexo está sobrevalorado... y los coches, y el fútbol, y... ¡vaya! ¿A ver si va a ser otra cosa?¿A ver si la asimetría de la vida va a ser más seria de lo que parecía?

    ResponderEliminar
  3. Es que ya no sois como se debe ser, ahora hasta queréis elegir si folláis o no, como decía una de mi pueblo: ¿qué te cuesta abrir las piernas y cerrar los ojos si es sólo un momento? aings por dios...

    Eso sí, yo no estoy en eso de no tener ganas, y también es un problema... ¿o no?

    ResponderEliminar

Sin tus comentarios no somos nada (o sí)