viernes, 30 de septiembre de 2011

Una no elige de quién se enamora

Así que lo mío son los licenciados, hombres "nobles y de gran corazón y, por tanto, inútiles e improductivos".

La frase no es mía entera, pero la suscribo -en la intimidad, donde dejo de ser tan correcta como en público, que nunca digo yo nada que no deba, nada que me señale, ni nada que sea políticamente incorrecto-... Salvo mi ex, que es un manitas, que no veas las costuras que hace a los equinos, los demás, nada. Claro que a él, a estas alturas, no le voy a pedir que venga a cambiar los grifos, ni hablar, que en este mundo de los afectos difícilmente encuentra una nada que le salga gratis, que no, que no... Y a este le necesito para que siga queriendo a sus niños y alimentándolos como es debido.

Llevo un año que, primero voluntariamente, y después por azares del destino, mi casa es un entrar y salir de hombres continuo. De todas las edades, tamaños, estados civiles y condiciones varias. Albañiles que yo llamé, albañiles que volvieron a hacer bien lo que primero hicieron mal, carpinteros de la madera y el aluminio, jardineros (ay, el jardineroinfidelis... ¡ay!), fontaneros, electricistas, pintores, escayolistas, dueños de polveros (cuando yo llegué a Sevilla tampoco tenía claro lo que podía encontrar en un polvero, pero es toda experiencia visitar uno una mañana fresquita de verano... ), perliteros, vendedores de platos de ducha planos que te dicen #nuncafallóningunoperoatitelopongonuevo,  y hasta un community manager que pasaba por aquí y no encontraba el número de la casa de la vecina, que a la pobre se le olvida ponerlo, y claro, le tuve que ayudar yo a llegar, que como el cartero ya no llama ni dos veces, ni una, porque hay buzones fuera... qué dolor, con lo que gusta abrirle al cartero y ver en su mano una carta certificada de la DGT... ¿Yo?, le decía, Yo me llamo Felisa y la señora ha salido...

De entre tanto hombre, claro está, salieron aprendizajes. Sólo escuchando, observándoles y hasta siguiendo sus comentarios cada vez más atrevidos, saca una un manual de supervivencia que vale un imperio.

El perlitero  me despedía por las mañanas con un "Quién fuera ese pañuelito de lunares"... y yo me tocaba el cuello a ver si me había puesto el pañuelo de marras de lo nerviosa que me ponía. Por supuesto, no se me notaba nada. Altiva y regañona, le decía a ver si vamos acabando, me voy al colegio... Cuidaíto no te confundan con una alumna... cómo se pasaba el perlitas... y qué mono era... y salía yo camino del trabajo con una sonrisa de oreja a oreja.  Finalmente, y digo bien lo de final porque esperó a terminar y cobrar el trabajo, me invitó a salir, me he fijado y creo que ya no estás casada, me dijo tiernamente... pero lo hizo después de cobrarme un pastón, y me pareció tan feo...
El jardinero me dijo #sinofuerapor... y le odié. Pero es tan lindo que ya está perdonado, ahora somos amigos... de momento, dice él.
El carpintero se cabreó conmigo y sentí su ira contra mi determinación, qué mal le caía yo a ese hombre; el fontanero me habla en tono paternal como dándole lástima de mi inutilidad para comprender los mecanismos de los tubos y la presión de los líquidos (del agua, concretamente) y así... pues que todo no se puede contar, claro.

Resumiendo, que sin moverse una de casa ni proponérselo, tiene que llenar la cocina de paraguas y cubos para las goteras beacuse... It´s raining men, ¡¡allelujah!!

5 comentarios:

  1. Lola, me he reído un montón y hoy me hacía falta!!!
    Gracias

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  2. no creas que google me ha aclarado mucho eso del polvero... Muy bueno Lola pero... ¿Has apañao la casa? ¿y el alma?.
    Me ha encantado.
    Besos.

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  3. Lo que se aprende con vosotras...me estoy haciendo fan vuestro!!! ;D

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  4. Niña, a mí esas cosas no me pasan!!! Y eso que mi edificio no es precisamente nuevo, pero hace siglos que no viene nadie a arreglar nada. O será que entre mis hijos y yo arreglamos chapucitas... tendré que hacerme la ignorante ;))

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  5. Confieso haber buscado la palabra en el diccionario. Como me gusta lo de perlitero. ;))

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